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Categoría: Artículos relevantes y opinión
Cuando los gobiernos de España engordan a los enemigos de España
Desde hace más de un siglo el nacionalismo representa una distorsión en la política nacional. Es un quejoso mal para los intereses de todos los españoles y desde su origen ha correspondido a las pretensiones de unas oligarquías locales disfrazadas de románticos relatos y tóxicos resentimientos. Pero estas pretensiones hubieran acabado en nada si no hubieran contado con la connivencia de los gobiernos de Madrid, ora conservadores, ora progresistas. Es conocido que al producirse la decadencia del siglo XVIII e inicios del XIX, la Cataluña decimonónica manifestó un impulso patriótico y regenerador que guió al resto de las regiones españolas, hasta tal punto que fue llamado el siglo de la “españolísima Cataluña”.
Pero las elites que habían conseguido sus fortunas en las provincias de ultramar, no pudieron digerir el desastre del 98. Iniciado el siglo XX quisieron regir los destinos de España como ya lo habían intentado en la catastrófica I República, traída por Republicanos federalistas principalmente catalanes, que casi deshace España en las guerras cantonales. Desde siempre, las relaciones entre el catalanismo y el poder central fueron intensas e interesadas. El primer partido catalanista del siglo XX, la Lliga Regionalista, se nutrió de militantes de un decadente y corrupto Partido Conservador en Cataluña. El partido de Cambó elaboró estrategias para sostener la monarquía liberal de Alfonso XIII y no dudó en apoyar el Golpe de Estado de Primo de Rivera para mantener sus prebendas ante el embate revolucionario. Este Directorio permitió la supervivencia de una casta empresarial catalanista que, por cierto, nunca se lo agradecería.
En 1934, el PSOE con su revolución de Asturias y ERC con su golpe de Estado independentista, colapsaron las estructuras del Estado y nos abocó a una inevitable Guerra Civil
Tras la caída de la dictadura y el fin del régimen monárquico-liberal, llegaría la República. Desde el tristemente famoso Pacto de San Sebastián, la Izquierda se alineó con los movimientos separatistas. Los nuevos poderes centrales alentaron a personajes como Macià y Companys. En 1934, el PSOE con su revolución de Asturias y ERC con su golpe de Estado independentista, colapsaron las estructuras del Estado y nos abocó a una inevitable Guerra Civil. El catalanismo conservador, el de las elites burguesas, apoyó sin dudar el Alzamiento cívico-militar de 1936. Mientras que el catalanismo de Companys se hacía cómplice de las matanzas en la retaguardia catalana, con el consentimiento del gobierno republicano.
Acabada la Guerra, el catalanismo conservador no tuvo ningún reparo en mimetizarse con el franquismo llegando a colaborar ocupando cargos en todos los niveles de la administración, especialmente en los municipales. Llegando el actual Régimen del 78, el catalanismo que estaba agonizante, fue resucitado por los pergeñadores de la Transición. Se le invitó a participar en la elaboración del marco constitucional y se cedieron voluntades para que en la Constitución tuviera cabida el infatuado régimen de las autonomías. Pronto el nuevo Borbón hizo amistad con Jordi Pujol y que fue tratado entre algodones por la UCD, la heredera de los dirigentes del Régimen anterior reciclados en demócratas de última hora. Y en Cataluña, muchos alcaldes franquistas renovaron democráticamente sus cargos en las listas de CiU. Sin lugar a dudas, el niño mimado de la Transición fue Jordi Pujol que, pactando bien con el PSOE, bien con el PP, logró que una autonomía regional se convirtiera en un Estado dentro del Estado. Y desde su atalaya separatista, para colmo de despropósitos, quiso seguir rigiendo los destinos de España.
Pronto el nuevo Borbón hizo amistad con Jordi Pujol y que fue tratado entre algodones por la UCD, la heredera de los dirigentes del Régimen anterior reciclados en demócratas de última hora.
Jordi Pujol fue como el dios romano Jano, aquél de dos caras que presidía los cambios y transiciones políticas. Supo aunar al conservadurismo catalán, ese extraño híbrido catalanista-franquista, con el progresismo revolucionario independentista. No olvidemos que CiU sostuvo y mantuvo a una esquelética ERC, hasta que esta se volvió contra la mano que la había alimentado. El declinar de Pujol, coincidente con el declinar de las elites económicas catalanas, sólo podía traer engendros. Los hijos malcriados de la burguesía ya no querían trabajar en las decadentes empresas de sus padres, sólo aspiraban -y aspiran- a ser altos cargos del funcionariado de la Generalitat. Y ese es el sueño de los dirigentes de ERC y Junts. Para ellos la independencia es sinónimo de perpetuar sus privilegios de casta viviendo a costa de los catalanes y, de paso, del resto de españoles que acabarán pagando la deuda de la administración catalana, cifrada en nada menos que 71.000 millones de euros.
Los órdagos separatistas que vivimos en 2017, fueron consentidos y permitidos desde los gobiernos de Madrid. Bien quedó demostrada la debilidad real del separatismo a la hora de conseguir sus pretendidos fines. ¡Qué fácil hubiera sido acabar con el separatismo legal y constitucionalmente! Pero cuando al Estado y su gobierno, a regañadientes, no les quedó más remedio que tomar medidas legales contra el separatismo por un Delito de Rebelión, se hizo entre algodones. Los delincuentes parecían ser los jueces, policías y ciudadanos que habíamos cumplido con nuestro deber y no los que habían puesto en peligro nuestra unidad política y territorial.
Todos vivimos la estafa de la aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno de Rajoy, que tuvo su “premio” en una moción de censura por parte de la cámara que representa la soberanía nacional. Con el cambio de Gobierno, a nadie nos sorprendió la excarcelación, de manos del PSOE, de los sediciosos. Y todo ello se hizo bajo el amparo de la legalidad constitucional. Y esta es la paradoja, de nuevo, bajo el marco legal de Constitución, se alienta a aquellos que quieren barrerla. ¿Es tan difícil ver que el problema es la Constitución y los gobiernos centrales, y no su solución?
¿Es tan difícil ver que el problema es la Constitución y los gobiernos centrales, y no su solución?
Hoy nos encontramos en la encrucijada de la posibilidad de que invistan un presidente del Gobierno de España gracias a los votos de los que quieren destruir España. Y ello se hará ante la incapacidad de llegar a un Pacto de Estado entre los dos grandes partidos que han llevado a España a la actual debacle. Por su lado, los separatistas, aprovechando la absurda legalidad española, se les ha permitido empuñar el timón de la nave común y arrastrarnos a los arrecifes. Todo ello nuevamente ahora con la connivencia de un PSOE que, desde su fundación, dejó clara su intención de liquidar la España de siempre. Pocas cosas han cambiado a lo largo de nuestra reciente historia. Y ya sólo nos cabe una reflexión. Viene siendo hora que reconozcamos la esterilidad del Régimen del 78 y su necesaria refundación. Dejemos de hablar del encaje de Cataluña en España, y empecemos trabajar para el encaje de la nación administrativa en el recipiente imperecedero de la Patria histórica.
VISCA LA CATALUNYA HISPANA!
MORI EL MAL GOVERN!
[Reenviado de EL AULLIDO [CANAL] Fernando López-Mirones]
EL GRAN LOBO HISPANO.
Fernando López-Mirones.
(1/2)
De lo que muchos no se dan cuenta es de que estamos asistiendo a la caída de la hegemonía cultural angloparlante. Todos los imperios caen, pero justo antes dan los más destructivos coletazos.
La hispanosfera es admirada por China, por Rusia, por India, por los emiratos y países árabes, de Oriente Medio, etc. Pero en lugar de estar ayudando a la caída de los que nos destruyeron durante dos siglos por ser el
Imperio inmediatamente anterior, estamos como idiotas ayudándoles. Esto nos llevará a caer con ellos, y además, tras luchar como esclavos en su guerra.
España tiene fuertes vínculos culturales y de simpatía por todas partes. Nuestros hermanos hispanoamericanos, incluyendo a los que viven en Estados Unidos, cada vez más influyentes. Somos africanos también, parte de nuestro territorio está en ese continente, las Islas Canarias, Ceuta, Melilla y varios islotes son geográficamente africanos al cien por cien. Además de nuestros vínculos indiscutibles con el norte de África, con Guinea Ecuatorial y con el Sahara.
También tenemos extraordinarios vínculos culturales y genéticos con Oriente Medio, de dónde vinieron los fenicios directamente a Cádiz, y con los sefardíes que conservan su idioma hispano.
A la vez fuimos parte importantísima del Imperio Romano, con tres emperadores nacidos en Hispania y una influencia descomunal, la gente no es consciente de esto, equiparable a que un peruano hubiera sido Rey de España, lo cual hubiera ocurrido sin duda si nos hubieran dado tiempo.
Pero también somos oceánicos, descubrimos, exploramos y colonizamos el Pacífico. Las Islas Filipinas son hermanas, todo el océano fue parte de nosotros.
Las primeras relaciones comerciales y culturales con las culturas de lo que hoy son China y Japón fueron hechas por españoles y portugueses, que también fuimos lo mismo.
Desde Alaska a Patagonia, desde Etiopía a Filipinas.
Es bien conocido el inmenso respeto que nos tiene el pueblo chino, que nos visita con veneración tal que incluso organizan algunas de sus bodas en pueblos como Chinchón, cuyo nombre les suena tan familiar. Lo mismo ocurre con Japón, cuya tempura es una derivación de las frituras andaluzas que les enseñaron los misioneros españoles.
Igual ocurre con los rusos, un pueblo con el que un hispano conecta de inmediato, siempre me sorprendió que al conocer a un ruso parecemos hermanos por la admiración mutua de nuestras formas de ver la vida y acabamos inmersos en vodka abrazados.
Lo mismo veo con los polacos y con los escoceses, que nunca quisieron ser britanos.
Hay muchos otros ejemplos, como la unión de Europa Austral, termino que me inventé para hablar de esos pueblos que rodeamos el mar Mediterráneo a los que la anglosfera llama PIGS.
En definitiva, la Península Ibérica está literalmente en el centro del mundo, ningún otro lugar tiene tal privilegio geo estratégico y cultural.
Lo vi enseguida cuando estudié zoología, aquí se juntan animales africanos y euroasiaticos con otros de la taiga, solo aquí convergen todas las faunas y floras imaginables.
Asomados al océano Atlántico, con el cuello en Francia, la nuca en el Mediterráneo, la garganta en África y el corazón en América.
Con el idioma nativo más importante del mundo tras el mandarín, al cual llevan dos siglos tratando de aplastar sin conseguirlo.
Aún hoy, el español no está en las traducciones de miles de webs oficiales, las cuales sin embargo incluyen al francés, al alemán y al italiano, que comparados con el español son idiomas vestigiales. Incluso cuando compramos cosas cuyas instrucciones están antes en polaco que en español.
Pero no lo han conseguido, porque la Hispanidad es muy potente, es demasiada historia, fueron tres siglos desde los cuales solo han transcurrido dos.
Y además, somos la única cultura del mundo no ligada a ninguna raza concreta desde su inicio. En Estados Unidos no saben cómo catalogarnos porque hay hispanos de todos los tonos de piel imaginables y todos somos igual de auténticos desde hace siglos.
La practique usted o no, culturalmente, además, somos la quintaesencia cultural de la mayor religión del mundo, la cual, más allá de creencias personales de cada uno, constituye una forma de ver la vida, una manera de ser, un contenedor cultural descomunal que todos compartimos.
Somos tan potentes, tan importantes, tan influyentes, tan queridos… que es lógico que lo primero que quiso destruir el Nuevo Orden Mundial fue a la cultura Hispana con todo lo que supone.
Y mientras tanto, demasiados hermanos quieren ser estadounidenses, ingleses, australianos, porque les han robado la autoestima con el cine. La propaganda de la anglosfera la vimos en todo su esplendor en los recientes funerales de la reina masona de Reino Unido. Fue un descomunal spot publicitario de diez días en todas las televisiones del mundo.
¡Ay si los hispanos despertáramos y nos diéramos cuenta de lo grandes que somos!
Un enorme lobo dormido al que han convencido de que es un ratoncillo.
Ahora, en esta guerra mundial que puede acabar para siempre con la historia del mundo para reiniciarla a la dictadura de una élite de psicopatas, la Hispanidad es la única capaz de mover esas influencias y unirse a los enemigos de la anglosfera. Entre todos somos mucho más fuertes. Si dejáramos de tener síndrome de Estocolmo adorando a nuestros captores y despertáramos al lobo ibérico que es capaz de formar manada con la loba capitolina, los molosos griegos, el lobo estepario ruso, el chino, los chacales árabes, el indú y los jaguares americanos, todos estos angloparlantes de la Agenda 2030 no tienen nada que hacer contra nosotros si recobramos nuestra autoestima.
Pero tenemos un cuerpo diplomático capado, elegido para ser inoperante, igual que el Instituto Cervantes, regido por anglófilos confesos temerosos de ofender a sus héroes británicos.
Y le hablo a usted hermano argentino, hermano mexicano, colombiano, peruano, puertorriqueño, cubano, uruguayo, chileno, dominicano, venezolano, costarricense, estadounidense, guineano, filipino, sahariano…
¿Son ustedes conscientes de que somos mayoría, de que caemos bien a los no anglófilos y de que si nos unimos a los que nos admiran en lugar de hacerlo con los que nos envidian seríamos parte del nuevo orden en positivo?
Despertemos al Gran Lobo de la Hispanidad para enfrentarlo a los orcos globalitarios, ello depende de usted, de que se lo crea. Un aullido.
Guerra en Ucrania (III): los “straussianos” o los arquitectos de las guerras de Estados Unidos
¿Quiénes son los “Straussianos”? ¿Qué relación guardan con la actual guerra en Ucrania? Nos vamos a referir a una serie de doctrinarios y políticos que han guiado desde hace décadas la política exterior norteamericana tanto en temas económicos y militares. Muchos de ellos, directa o indirectamente, han sido discípulos del filósofo alemán Leo Strauss (1899-1973) y se les conoce en algunos ambientes como “la secta de los straussianos”[1]. Ante el ascenso del nazismo, Strauss recaló en la Universidad de Chicago donde impartió filosofía. Todos sus primeros discípulos, que configuraron un círculo casi secreto, eran de ascendencia judía. Strauss los reunía y transmitía oralmente su pensamiento más críptico y esotérico. De esas lecciones privadas o tertulias no nos han llegado escritos, pues eran orales, sino sólo referencias indirectas. El hilo conductor de la “enseñanza secreta” de Strauss era que, para evitar otro holocausto, debían configurar una fuerte dictadura que defendiera a los judíos. Defendía igualmente que las democracias liberales aisladas no podían sobrevivir solas y que debían cohesionarse las sociedades frente a un “enemigo” hostil.
Strauss creía que las obras de los antiguos filósofos contenían, deliberadamente, conceptos “esotéricos” cuya verdad puede ser comprendida solo por unos pocos y que serían malinterpretados por las masas a las que se les había de adoctrinar con conocimientos “exotéricos”. Se sabe que el propio profesor denominaba a sus alumnos escogidos los “hoplitas”[2]. El maestro les había inculcado la idea de utilizar la llamada “noble mentira” (era moralmente ético mentir para preservar un fin noble)[3], algo que rápidamente aprenderían sus discípulos para aplicarlos a sus actividades políticas. Estos no renunciaron a la acción y él les enviaba a revolucionar las clases de profesores oponentes. Strauss defendía que se debía luchar siempre y esta agitación en las aulas, se podía aplicar a la geopolítica. Por eso defendía que un Estado (como Estados Unidos) que quisiera sobrevivir, debería estar en guerra siempre. Para el filósofo esto proporcionaba una ética espartana, pues la paz siempre llevaba a la decadencia. Los straussianos, por tanto, creen en la “guerra perpetua” pregonada por su maestro y no en la “paz perpetua” que pregonaba Kant.
El platonismo y una falsa idea de derecho natural, dominan todo el pensamiento de Leo Strauss. Este siempre defendió la existencia de una elite que debía ser compatible con las estructuras formales democráticas. Consecuentemente, concienciaba a sus discípulos en la idea de que en las sociedades algunos están destinados a dirigir y otros a ser conducidos. ¿Quiénes debían pues gobernar? Los que toman conciencia de que no hay moralidad fuera de ellos y que sólo existe un “derecho natural”: el derecho del superior a dominar al inferior. No obstante, defendía que la ley moral, no siendo un fin en sí misma y más bien un artificio, era necesaria para mantener el orden y cohesión interna de las sociedades. Y que una de los medios más eficaces en que estos principios morales se podían difundir, era a través de la religión. Mientras Marx consideraba la religió el “opio del pueblo”, Strauss la denominaba el “fraude santo”. La religión se convertía en uno de los instrumentos más eficaces para la acción política, vendría a ser como el “pegamento que une las sociedades”. Esto sí, la religión era sólo necesaria para las masas, pues los gobernantes no la necesitan. Todo este revolutum de ideas, acabaría influyendo en la política exterior americana de las últimas décadas.
Los primeros “straussianos”
Quizá Strauss no hubiera trascendido mucho más allá que otros pensadores de su época sino fuera por la fuerza e influencia política que fueron adquiriendo sus discípulos[4]. Estos se fueron filtrando en la administración norteamericana a altísimos niveles y pertenecen actualmente a los más influyentes thinks tanks de Estados Unidos. Toda la arquitectónica de las guerras protagonizadas -directa o indirectamente- por Estados Unidos desde la caída de la URSS, ha sido legitimada por las tesis de los “straussianos” y su capacidad de control ideológico en las administraciones norteamericanasm, fueran republicanas o demócratas.
Al fallecer Leo Strauss en 1973, sus discípulos se mantuvieron agrupados y se vincularon a la política a través del senador demócrata Henry “Scoop” Jackson. Destacaron entre ellos Elliott Abrams, Richard Perley Paul Wolfowitz[5]. A ellos se unieron un grupo de periodistas trotskistas judíos del City College of New Yorkqueeditaban la revista Commentary (conservative Jewish thought & opinión)[6]. Estos últimos eran conocidos como “los intelectuales neoyorquinos”. Debido a su incardinación ideológica en el trotskismo y su odio a la URSS stalinista, se vincularon a la política a través de la RAND Corporation[7]. El acto fundacional de este grupo fue la redacción y posterior aprobación de la enmienda ”Enmienda Jackson-Vanik” (1974) que obligaría la Unión Soviética a autorizar la emigración de su población judía hacia Israel bajo amenaza de sanciones económicas.
Un todavía muy joven Paul Wolfowitz (al que posteriormente llamarían Wolfowitz de Arabia, dada su obsesión por derrocar al régimen de Saddam Hussein), se formó con Leo Strauss y con su colaborador Albert Wohlstetter (un hombre del Estado profundo de los Estados Unidos en la Guerra Fría). Dicen que el verdadero mentor de Wolfowitz fue Albert Wohlstetter(1913-1997), el defensor de una política nuclear firme contra la URSS y quien en aquellos años enseñaba en el Departamento de Ciencia Política de Chicago. Gracias a este contacto, Paul Wolfowitz y Richard Perle (otro de los futuros arquitectos de la futura guerra de Irak)[8], en el verano de 1969, empezaron a colaborar con el Committee to Maintain a Prudent Defense Policy (CMPDP – Comité para el Mantenimiento de una Política Defensiva Prudente), un organismo creado por el secretario de Estado Dean Acheson durante la Guerra Fría para elaborar estrategias frente a la URSS.
Según Francis Fukuyama-neocon y discípulo indirecto de los Straussianos-: “Wolfowitz hizo la síntesis entre Strauss y Wohlstetter”, eran el filósofo y el estratega; los dos maestros de los neoconservadores. Como reseñaremos más abajo, estos trostkistas colaboradores del partido demócrata, se fueron convirtiendo al republicanismo y se transformaron en la base ideológica de los “neocons”. Wolfowitz, durante su cargo de vicesecretario de defensa con George W. Bush fue el creador de conceptos como “guerra preventiva”o el “eje del mal”,que tanto han prosperado.
La formación “straussiana” de los “neocons”
Ya en 1976, Wolfowitz creó el Team B (Equipo B), a las órdenes del presidente republicano Gerald Ford, para analizar el peligro que suponía la URSS para el mundo occidental. La conclusión del estudio era que no bastaba con aislarla, sino acabar con ella. Después, los straussianos y los intelectuales neoyorkinos -todos de origen judío y bolcheviques, como ya hemos dicho- se pusieron paradójicamente al servicio de Ronald Reagan y los republicanos. Fue entonces cuando empezaron a denominarse “neoconservadores”. Fueron los artífices de grupos de trabajo y think tanks como el National Endowment for Democracy (NED – Fondo Nacional para la Democracia) y el US Institute of Peace (USIP). Este último involucrado en la revolución de Tianamen y las llamadas revoluciones de colores: Protestas de octubre de 2000 en Yugoslavia que levaron al derrocamiento de Miloševich; Revolución de las Rosas que provocó la caída deEduard Shevardnadze (pro-ruso) en Georgia en 2003 y acabó en la guerra ruso-georgiana de 2008; Revolución Naranja que provocó la huida del candidato Víktor Yúshchenko (pro-ruso) en Ucrania en 2004; Revolución de los Tulipanes que provocó salida del Gobierno de Askar Akáyev (pro-ruso) en Kirguistán en 2005; Revolución Blanca que intentó, sin conseguirlo, derrocar a Alexander Lukashenko (pro-ruso) en Bielorrusia; o las manifestaciones en Moldavia contra el gobierno del Partido Comunista (pro-ruso) en 2009.
Más inquietante es un documento que elaboró Paul Wolfowitz, en 1992, tras la caída de la URSS en el que se especificaba que Estados Unidos debía mantener la hegemonía mundial evitando la emergencia de nuevas potencias e incluso imponiéndose a Europa[9]. Gary Schmitt, Abram Shulsky y Paul Wolfowitz, gracias al Consortium for the Study of Intelligence’s Working Group on Intelligence Reform (Grupo de Trabajo sobre la Reforma de la Inteligencia) fueron empapando de sus ideas a las agencias de inteligencia estadounidenses. Expandieron la tesis de que los demás gobiernos democráticos del mundo no tenían la visión global que tenía Norteamérica. Por eso, el imperio americano debía adoptar decisiones unilaterales para dirigir el mundo[10]. Ese año llegaba al poder de Bill Clinton, y ello relegó a los neocons a los poderosos think tanks desde donde refinaron sus teorías.
En 1992, William Kristol[11](hijo del famoso neocon, judío y extrotskista, Irving Kristol[12]) y Robert Kagan (que fuera posteriormente asesor de George W. Buschy autor de un interesante libro contra Europa Poder y debilidad. Europa y Estados Unidos) y casado con Victoria Nuland[13] (portavoz del Departamento de estado con Obama), publicaron un significativo artículo en la revista Foreign Affairsdonde se defendía “la hegemonía benevolente de Estados Unidos” (benevolent global hegemony)[14]. Al año siguiente fundaron el Projet for a New American Century(PNAC – Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense) en las instalaciones del American Enterprise Institute, un potentísimo think tank conservador financiado principalmente por la petrolera Exxon Mobil. En el PNAC se agruparon neocons como Gary Schmitt,Abram Shulsky y Paul Wolfowitzy los admiradores de Leo Strauss no judíos, como el protestante Francis Fukuyama (otro de los influyentes neocons). También entre sus integrantes figuraron miembros del gabinete de George W. Bush: el vicepresidente Dick Cheney y el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, que jugarían un papel fundamental en la Guerra contra Irak.
En 1994, Richard Perle se movía entre la política de alto nivel convertido y el tráfico de armas. De golpe, aparece en Bosnia-Herzegovina como consejero del presidente bosnio y Alija Izetbegovic. Es precisamente Richard Perle quien trae de Afganistán a Osama ben Laden con su Legión Árabe, antecesora de Al-Qaeda. Perle será incluso miembro de la delegación bosnia que firma en París los Acuerdos de Dayton. Los “straussianos” usaron (y usan) a los islamistas para debilitar a los aliados de Rusia, como en ese momento a Serbia. Pero también cooperan con los israelíes para apoyarles en sus planes de “completar” el Estado de Israel sin población palestina. Gobernando Israel Benyamin Netanyahu, en 1996, miembros del PNAC –como Richard Perle, Douglas Feith y David Wurmser– redactan a instancias de Netanyahu un estudio[15]desde el Institute for Advanced Strategic and Political Studies (IASPS). Es un informe firmemente sionista, en el que se aconseja la eliminación de Yasser Arafat, la anexión de los territorios palestinos, iniciar una guerra contra Irak y deportar masivamente a los palestinos a territorio irakí. Este informe está claramente en la línea del pensamiento de Leo Strauss y su colega Zeev Jabotinsky, el que fuera fundador del “sionismo revisionista”. Esta es la corriente que pretende que el Estado de Israel se componga sólo de judíos, anexionar Jordania y que la población palestina sea masivamente trasladada a países con estados fallidos como Irak.
Lo que era teoría, con la caída de las Torres Gemelas, se pudo convertir en una realidad. A Wolfowitz se le atribuye la paternidad de la famosa “Tormenta del Desierto”. Los neoconservadores, desde la Office of Special Plans (Oficina de Planes Especiales) elaboraron argumentos para la invasión, como el de las armas de destrucción masiva. No hacían nada más que aplicar la estrategia de las “nobles mentiras”que les había inculcado Leo Strauss, como lo de las “armas de destrucción masiva”. Los contactos de los “straussianos” funcionaron a la perfección. Richard Perley Paul Wolfowitz promovieron al almirante Arthur Cebrowski que estaría a las órdenes de Donald Rumsfeld (actualmente fallecido). Se impuso la llamada “Doctrina Rumsfeld-Cebrowski”.
Esencialmente esta doctrina se resume en los siguiente: 1) Estados Unidos necesita garantizar recursos baratos de países en vías de desarrollo; 2) hoy en día las guerras convencionales coloniales de conquistar y dominar totalmente la administración de un país son prácticamente imposibles (o muy caras); 3) de ahí que los conflictos bélicos deben prolongarse en una “guerra sin fin”[16]que deje “Estados fallidos” (véase Libia); 4) por lo cual Estados Unidos ya no trataría de ganar guerras sino sólo las iniciaría (incluso indirectamente a través del Isis) para prolongarlas por el mayor tiempo posible (véase Afganistán, Irak o Siria); 5) Sin un Estado en condiciones con el que negociar, la extracción de recursos es mucho más fácil extraer los recursos. En este enlace (AQUÍ), podemos encontrar la relación de todos los neocons implicados en negocios petrolíferos y que han pasado por los altos cargos de la administración pública norteamericana, especialmente en materia de Defensa.
Los fracasos finales en estos conflictos, han llevado a los “neocons straussianos” a replantearse estrategias para mantener la inestabilidad mundial. Sólo desde esta perspectiva, podremos entender la actual guerra en Ucrania.
Javier Barraycoa
Publicado en Posmodernia